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Arquitectura verde en tiempos de cambio climático


La situación climática no es buena, eso lo sabemos todos. Esta noticia, tristemente, no es novedad. La semana pasada tanto la NASA como la OMM y la NOAA han confirmado que 2016 fue el año más caluroso desde 1880.

También sabemos que el clima de la Tierra nunca ha sido estático y también somos conscientes de que el cambio climático es debido a causas naturales pero también a la acción del hombre. Otra noticia que no es nueva es que las tendencias demográficas empujarán la población mundial a casi 10.000 millones de personas en 2050 y las limitaciones de recursos naturales, ya sea en disponibilidad o infraestructura, desafían ya todos los modos de consumo.

Estos hechos, por sí mismos, ¿no les hacen sentir que necesitamos un cambio y que tenemos que involucrarnos? Tomar medidas para evitar daños adicionales al clima está en manos de todos, de propietarios de viviendas privadas, arquitectos y empresas constructoras también.

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Pero ¿es ya la arquitectura verde norma para todos?, ¿es lo primero en lo que pensamos a la hora de planificar, proyectar y aprobar un nuevo diseño de ciudad o edificio? Aún no.

Parece que lentamente se van estableciendo nuevos estándares cuando se trata de materiales de construcción eficientes en energía y una apuesta por la implementación de medidas de ahorro energético, al menos cuando se trata de grandes edificios comerciales y corporativos, pero aún no es suficiente. Es cierto que la transformación inteligente y sostenible de los recursos naturales ha ido ganando terreno gracias a la creciente voluntad política (salvo graves y terroríficas excepciones), el surgimiento de las energías renovables, el cambio hacia el gas natural, la optimización de la energía y la reforma de los mercados de energía y agua, pero ¿no podríamos ser mejores en esto?

Según la Universidad Marylhurst (USA), los arquitectos pueden reducir el impacto negativo sobre el medio ambiente mediante el uso eficiente de todos los recursos naturales, asegurando la protección de la salud de los ocupantes de edificios y la reducción de residuos. Los buenos arquitectos pueden lograr que un edificio tenga la habilidad de generar su propia energía, diseñar edificios vivos que generen toda su energía con recursos renovables no tóxicos, captar y tratar toda el agua de lluvia, y que operen de manera eficiente sin renunciar a la máxima belleza posible. Este compromiso con la sostenibilidad debe extenderse desde el modo de transporte hasta la cantidad de agua utilizada para crear un producto constructivo, o sea, desde el proceso de creación y fabricación hasta la instalación final.

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Hay muchos ejemplos de edificios que ya han seguido esta filosofía verde, por ejemplo los apartamentos Rene Cazanave en San Francisco, diseño de Leddy Maytum Stacy Architects y Saida+Sullivan design partners.

Se trata de unas viviendas sociales de apoyo para personas previamente sin hogar. Tiene ventilación filtrada, materiales de baja emisión de CO2, amplia luz durante el día. Los costos de energía para los residentes y el propietario que es una entidad sin ánimo de lucro se minimizan mediante una combinación de iluminación de alta eficiencia y calefacción hidráulica, un envolvente de aislamiento para la lluvia y un techo solar con paneles fotovoltaicos y de agua caliente, un techo de vegetación, riego inteligente y un tanque que recoge el agua de lluvia.

Otro edificio inteligente y verde es el Park Royal en Singapur, uno de los países más concienciados en la necesidad de adoptar una estrategia Green Building. Diseñado por Woha Architects no solo su aspecto verde exterior es lo relevante sino el diseño eficiente de todos los sistemas energéticos inteligentes del edificio. El gobierno de Singapur obliga a ello, de hecho en el ranking de ciudades que apuestan por la construcción sostenible aparece en el número 2 mundial.

Fuente: El Día
*Doctora en Arquitectura.
Profesora de Gestión de Destinos de Turismo Cultural de la UEC

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